Es curioso ver como las personas defienden lo que les conviene aunque se les vaya la vida en ello, y aún defendiendo eso que tanto quieren, lo defienden porque son unos hipócritas interesados. Yo siempre he estado a favor de que cada uno haga lo que le de la gana con su vida siempre y cuando no le afecte al resto del mundo.

A lo mejor la solución es cambiar la manera de actuar, ser más inteligente, dejar los instintos primarios un poco de lado y cambiar el chip. Y pese a que yo no pueda estar muy orgullosa de mi precisamente por esto que acabo de escribir, no deja de ser una verdad como una casa y ahí lo dejo.

Esto es un poco bastante raro pero estoy tan confundida, indecisa, nerviosa y tengo tantas cosas en la cabeza en las que pensar que aunque quiera expresarme ni me sale, de hecho ni tengo ganas, pero lo necesito porque creo que si no saco algo de alguna manera mi cabeza no tendrá hueco para almacenar más información, pensamientos, experiencias, recuerdos y demás, explotaré y lo llenaré todo de sangre y luego mi madre y mi familia tendrá que limpiarlo y será bastante desagradable.

Para colmo empiezan las fiestas de Navidad, estas que tanto me gustan (viva la ironía). Encima este año no va a ser de los mejores porque en mi cabeza, aunque no sea así, va a ser el primer año diferente y que seguro cambiará todos los años. Está bien cambiar el lugar de las cenas navideñas, cambiar las personas con las que cenas, siempre y cuando sea por algo bonito (por ejemplo, que te has casado y vas a celebrar la primera cena navideña con tu pareja) y sin nada negativo que tenga que ver (por ejemplo, cenar con otras personas porque has discutido con las personas con las que solías cenar), pero cuando cenas con otras personas porque antes cenabas con alguien a quien no vas a volver a ver y ya no está, eso es triste. Una familia entera cambia sus costumbres porque antes se centraban en una persona que ya no está, y es una situación algo incomoda, algo así como ¿y este año que hacemos?. No será solo este año, serán también los años siguientes.

Por cierto, de estas tantas cosas en las que pienso cuando estoy sola, una de ellas es que lo que quiero para mi es una persona que me quiera por encima de todas las cosas, que me respete y con la que poder compartir mi vida, y que este sentimiento sea recíproco. Pero no es del todo cierto, porque aunque eso es lo que me gustaría en un futuro ya no lo quiero y le he cogido cierto bastante miedo a las relaciones. Es más, estoy contentísima de no tener pareja en Navidad, es una de las cosas que más me agobia con solo pensarlo. Algunas personas están encantadas de tener pareja en Navidad y otras se sienten sumamente tristes por estar solteras en estas fechas. Yo no, yo me alegro, y mucho. A lo mejor ambos miedos es porque no he encontrado la persona adecuada.

Al final resulta que la Navidad es una de las fechas que no me gustan nada de nada, al igual que mi cumpleaños, pero por eso son importantes*. 

*Importancia: cualidad de lo importante, de lo que es muy conveniente o interesante, o de mucha entidad o consecuencia.

Teniendo en cuenta que lo importante no tiene por qué ser bueno, creo que ambas fechas son importantes justamente por todo lo contrario.

La experiencia hace a la persona.

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